El Castillo de los Tres Reyes del Morro fue diseñado
en las últimas décadas del siglo XVI por el ingeniero Bautista Antonelli, con
miras a la protección de la Villa de San Cristóbal de La Habana. Junto al faro
que lo acompaña, es símbolo de esa ciudad y de Cuba.
Desde las alturas del Castillo, emplazado en
un risco de la entrada del puerto, podía visualizarse la primitiva villa, por
ello se convirtió en el principal punto de contacto con las demás defensas.
Esta condición hizo que la fortaleza constituyera la primordial custodia de la
urbe hasta la construcción de La Cabaña, en el último tercio del siglo XVIII.
Durante los años 90 del siglo XX se realizaron
labores de rescate y conservación de toda la obra, y, a partir de entonces, sus
espacios se transformaron en galerías de arte, escenarios de eventos
culturales, que convirtieron al baluarte en un popular atractivo cultural y
turístico de La Habana.
El Castillo de los Tres Reyes del Morro de La
Habana adopta este nombre para evocar por una parte a los tres reyes magos y,
por otra, a la porción de terreno donde se encuentra enclavado, alto, rocoso,
escarpado, aislado y a la orilla del mar. En real cédula del 10 de diciembre de
1588, el rey Felipe II aclara cómo debía llamarse este fuerte, y el de San
Salvador de la Punta. Una real cédula del 20 de marzo de 1614 hace constar que
en la primavera de ese año quedaba terminada la capilla del castillo y en su
altar tenía ¨... un retablo de la adoración de los Reyes que era la vocación
del castillo¨.
Actualmente el visitante puede llegarse a esta
maravillosa arquitectura y ser testigo de primera mano de la imponencia de una
de las construcciones coloniales más bellas de toda América.